Ya no es un sueño. Es un procedimiento posible gracias a los hilos de doble aguja.

Antes, la palabra lifting estaba asociada, sí o sí, a la entrada en quirófano, a una anestesia general, y a visualizar el procedimiento con un poquito de repelús. Por suerte, esto ha cambiado muchísimo en los últimos 20 años, pero cada año que pasa, todo se simplifica. Entrevistamos a la doctora Charo Mulas, médico estético y co-propietaria de la Clínica Eritrea en Cádiz. Para hablar de ‘lifting’ no quirúrgico hay que hacerlo también de los hilos de doble aguja. 

Doctora, ¿qué es lo que hacen exactamente este tipo de hilos?

Su misión es traccionar la piel. Se pueden poner en varias zonas, incluso en el cuello, para hacer una elevación de los tejidos. 

¿Qué significa que sean de doble aguja?

Que si quiero traccionar la zona superior del pómulo, por ejemplo, puedo entrar con la aguja número uno por la parte superior del pómulo, y ‘salir’ por el mentón. Y con la segunda aguja, puedo entrar por el mismo sitio, pero salgo hacia la oreja, por la zona mandibular

¿Cómo es la estructura de estos hilos?

Tienen una especie de conos que hacen el efecto de espícula (que se clava en la piel), y se deja sujeto. Gracias a estos conos, son capaces de sujetarse solos.

¿Hay alguna contraindicación?

Cuando la piel es muy débil, o la persona es muy mayor, no está indicado, sobre todo si tiene falta de grasa facial. Si la piel está un poco mejor, pongo los hilos y, una vez que veo como han quedado, añado ácido hialurónico a las dos semanas de colocar los hilos. ¡Y queda perfecto!

¿A partir de qué edad los recomienda? 

El misterio de la medicina estética es hacer las cosas a tiempo. Lo ideal es hacia los 40 años, porque así vas manteniendo la naturalidad, y no tienes por qué quedar como un globo. 

¿Utiliza alguna técnica en concreto?

Sí, sobre todo, tres. La primera es la que ya he mencionado. La segunda es la que entra en el ángulo mandibular, y de ahí, una aguja va hacia arriba de manera paralela a la oreja, y la otra, directa al mentón. Y la tercera técnica consiste en hacer un punto de entrada en el pómulo, donde una aguja va hacia arriba, al cuero cabelludo (por la zona de las entradas), y la otra, al surco nasogeniano. Este tipo de hilos son lo que más efecto hacen, los más duraderos y de más confianza. Nunca jamás se me ha roto un hilo de estos. Además, estimulan el colágeno, la elastina… La piel responde muy bien, y tiene un efecto de un año. Aunque parezca que a los 12 meses ya no tienes, algo de efecto siempre queda. 

¿Tienes que decir muchas veces “no” a tus pacientes?

Sí, hay mucha gente a quien tengo que decir que “no”. 

¿Cuánto tiempo tardas en poner un hilo doble?

Para un rostro completo, una media hora. 

¿Qué me dice del cuello? ¿también se pueden poner?

El cuello es lo más difícil. Es una zona vertical que casi no tiene fuerza, y pasan por ahí las arterias y venas de manera muy superficial, además de los ganglios linfáticos. En el cuello hay que fijarse bien, hay que tener mucha pericia. Yo los pongo desde debajo de la mandíbula, entrando en el centro del cuello, y saliendo hacia el ángulo mandibular a cada lado, como cuando tiramos con los dedos delante del espejo simulando un ‘lifting’. 

¿Por qué están tan de moda los hilos?

Porque no te cambian la cara ni el gesto. Como tampoco los rellenos si están bien hechos.